La interacción entre los trastornos del sueño y el abuso de sustancias es compleja. Hasta hace poco conocíamos una relación bidireccional positiva entre el riesgo de tener un trastorno por uso de substancias y sufrir un trastorno de sueño: las personas con abuso o dependencia de sustancias tienen mayor prevalencia de alteraciones del sueño y las que presentan alteraciones del sueño tienen mayor riesgo de presentar problemas relacionados con el uso de sustancias que la población.
El ciclo vigilia sueño está regulado por un conjunto de redes neuronales que controlan diferentes aspectos de la transición entre los diferentes estados de vigilancia. En concreto, el sistema definido por el neuropéptido hipocretina/orexina (Hcrt/ox), localizado en el hipotálamo lateral juega un papel crucial en la estabilidad del ciclo, ya que su deficiencia da lugar a la narcolepsia con cataplejía. El sistema Hcrt está implicado en el control de numerosas variables, como el estado metabólico, ritmo circadiano, duración previa del sueño, niveles de estrés, … y transmite esta información de forma integrada a otros circuitos esenciales para el mantenimiento de la vigilia.
Acción de las principales drogas sobre el sueño
Los pacientes con preocupaciones sobre el sueño tienen mayor riesgo de desarrollar problemas relacionados con el alcohol, especialmente en los que presentan ansiedad y disforia.
El insomnio, en la adolescencia, está relacionado con el desarrollo posterior de trastornos mentales, asociándose al uso de alcohol, cannabis, otras drogas, depresión y a ideas e intentos de suicidio. Además, el insomnio es más frecuente en los adolescentes, que fuman, beben y duermen menos tiempo durante el fin de semana.
Alcohol
La mayoría de estudios se han realizado con el alcohol, que es el ansiolítico e hipnótico más ampliamente utilizado en el mundo occidental.
En consumo agudo de esta sustancia ejerce un efecto inductor del sueño, pero en consumo continuado deteriora su calidad, problema que se agrava todavía más durante el periodo de abstinencia.
A dosis bajas, como podría ser el consumo social reconocido como “normal” no tiene claros efectos sobre la arquitectura del sueño. A dosis más altas produce un efecto similar al de un hipnótico de acción corta: disminuye la latencia de sueño, así como los despertares, la fase de sueño 1 y la densidad de movimientos oculares rápidos (REM) en la primera mitad de la noche; mientras que en la segunda mitad se aprecian fenómenos de rebote con aumento de la fase de sueño 1, aumento de despertares y un incremento de sueño REM.
En pacientes alcohólicos crónicos se produce una disminución del sueño lento profundo, del sueño REM y un sueño más fragmentado.
Durante la fase de abstinencia estas alteraciones se agravan. Los sujetos duermen menos, el sueño está más fragmentado y tienen una disminución del sueño lento, mientras que la duración del REM y la densidad de los movimientos oculares rápidos están incrementadas.
De hecho, uno de los factores de recaída en el consumo de alcohol, tras un periodo de abstinencia puede ser la persistencia de alteraciones del sueño.
Cocaína
Los estimulantes disminuyen la sensación de necesidad sueño, en muchas ocasiones los pacientes no tienen la percepción subjetiva de alteración del sueño o sueño no reparador. La cocaína tiene un efecto euforizante sobre el ánimo, disminuye el tiempo total del sueño y altera su continuidad.
Durante el periodo de abstinencia o disminución del consumo regular, aumenta el tiempo total de sueño y la somnolencia diurna.
Cannabis
El consumo de cannabis a dosis altas disminuye el sueño REM y el sueño de ondas lentas.
El uso de cannabis también se relaciona con el aumento del número de movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño y sueño más fragmentado. La abstinencia de cannabis reduce la calidad del sueño, aumenta la latencia y produce sueños extraños.
La abstinencia después de la exposición de 4–5 cigarrillos/día, incluso tras un período corto, se ha asociado con aumento de la latencia y de la fase REM.
Opiodies
Los opioides producen reacciones de alertamiento dependientes de la dosis, con aumento de la actividad muscular medida en el EMG y de los movimientos corporales.
El EEG muestra un aumento de la actividad alfa, y una disminución de las fases de sueño lento profundo y del sueño REM.
Mientras se mantiene el tratamiento con metadona, el sueño nocturno no se ve alterado. Sin embargo, algunos pacientes afirman haber tenido insomnio en la conciliación y mantenimiento del sueño.
Respecto al periodo de abstinencia, durante las primeras 3-5 semanas, se produce un aumento de la actividad onírica y el insomnio.
En los casos de abstinencia en personas adictas a los opiáceos, se produce un aumento de los sueños y la fase REM.
Tras la retirada, se describe un periodo de insomnio de varias semanas de duración. En este sentido, existe el riesgo de que un insomnio prolongado pueda provocar una recaída en el consumo de heroína.